Anelissa Villalobos

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Caminando se me salió el zapato…

Hace un buen par de años salía de la peluquería con la melena divina, era una tarde del jueves luego de salir de oficina. 

Llevaba unos zapatos altos, tipo mules, de esos que no tienen talón, vestía, unos leggins y un blazer negro. 

Mientras caminaba hablaba por teléfono planeando la salida de amigas solteras del fin de semana que ya se asomaba. 

Me aceleré, confieso que me aceleré. Y es que como no se eleva el ritmo cuando divisas con luces cortas a un par de guapos en tu camino en donde pasarás próximamente.

Seguí caminando con dinamismo mostrando, según yo, todo mi esplendor agitando mi melena llena de volumen y extensiones que vibraban de alegría y brillo.  Todo fluía, mi paso estaba triunfando, cuando de repente me volví mortal: el bendito zapato se me salió del pie, sí; se me salió, se me deslizó del pie. El sexy zapato quedó atrás en el gris pavimento y toda la magia se desvaneció.

Después de gritar al casi caerme y dejar casi sorda a mi amiga al otro lado del teléfono, tuve que retroceder humildemente a recoger a mi traicionero tacón, colocármelo en el pie de nuevamente y sonreír como si nada pasó. Comencé a caminar, bajando las revoluciones, disimulando apoyada moralmente en la llamada telefónica mientras me metía a mi carro para calmar la pena por querer proyectar más de la cuenta.

Comienzo con esta simple historia de humildad y estilo , filosofando que a veces, ciertas cosas de la vida como esta bobada, no salen como las planeamos.

Hay factores impensables que aparecen (la moda ahora es echarle la culpa a mercurio retrógrado) y ¡zas! el asunto cambia. Sin embargo, he aprendido que lo importante siempre es la actitud con la que enfrentamos las situaciones que no nos acompañan, porque la vida es así simplemente. Hay que aceptar, fluir y retomar la acción.

Cuantos hemos dejado algo en el aire: un proyecto personal, hacer algún deporte, aplicar en algún trabajo, hablarle a alguien, porque las oportunidades no parecen estar a nuestro favor (o al menos esos creemos o nos han hecho creer) o peor aún por el qué dirán, la burla o la crítica.  

Te invito a reflexionar acerca de las veces que no te atreviste a accionar o más bien que abras el cajón en donde está eso que te ilusiona, desempolves el guion y te preguntes: que tengo que hacer para llevar a cabo esto, por donde empiezo y actúes. Escúchate a ti mismo, deja las creencias limitantes (tu vida no tiene que ser como la de los demás o como dicta la clásica sociedad). Todo está en la mente, en la gran idea, en el deseo que se tiene. Da el primer paso y verás como el camino se te irá iluminando.    

Yo en lo personal sigo caminando con mi estilo enérgico, no importa quien esté en la avenida y si se me vuelve a salir el zapato, lo recojo, me río y sigo mi camino la veces que sea.

 Que no se pierda nunca la actitud, el estilo y el humor pase lo que pase. 


Con cariño, Anelissa :)

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